"El pan
nuestro de cada día, dádnosle hoy".
Dadnos el
alimento para conservar las fuerzas del cuerpo; dadnos también el alimento
espiritual para el desarrollo de nuestro espíritu.
El bruto
encuentra su alimento; pero el hombre lo debe a su propia actividad y a los
recursos de su inteligencia porque vos le habéis creado libre.
Vos le habéis
dicho: "Extraerás tu alimento de la tierra con el sudor de tu frente";
por eso habéis hecho una obligación del trabajo a fin de que ejercitara su inteligencia
buscando los medios de proveer a su necesidad y a su bienestar; los unos por el
trabajo material, y los otros por el trabajo intelectual; sin trabajo quedaría
estacionado y no podría aspirar a la felicidad de los espíritus superiores.
Vos secundáis al
hombre de buena voluntad que confía en vos para lo necesario, pero no al hombre
que se complace en la ociosidad, que todo quisiera obtenerlo sin pena, ni al
que busca lo superfluo. (Cap. XXV).
¡Cuántos hay que
sucumben por su propia falta, por su injuria, por su imprevisión o por su
ambición, y por no haber querido contentarse con lo que les habéis dado! Esos
son los artífices de su propio infortunio, y no tienen derecho de quejarse,
porque son castigados por donde han pecado. Pero ni aún a esos abandonáis
porque sois infinitamente misericordioso, sino que les tendéis una mano
caritativa desde el momento en que, como el hijo pródigo, vuelve sinceramente a
vos. (Cap. V, núm. 4).
Antes de
quejamos de nuestra suerte, preguntémonos si es producto de nuestras propias
acciones: a cada desgracia que nos sucede, preguntémonos si hubiese dependido
de nosotros el evitarla: pero digamos también que Dios nos ha dado la
inteligencia para salir del atolladero, y que de nosotros depende el hacer uso
de elra.
Puesto que la
ley del trabajo es la condición del hombre en la tierra, dadnos ánimo y fuerza
para cumplirla; dadnos también prudencia, previsión y moderación, con el fin de
no petder el fruto de este trabajo.
Dadnos, pues,
Señor, nuestro pan de cada día, es decir, los medios de adquirir con el trabajo
las cosas necesarias a la vida, porque nadie tiene derecho de reclamar lo
superfluo.
Si nos es imposible
trabajar, confiamos en vuestra Divina Providencia.
Si entra en
vuestros designios el probarnos por las más duras privaciones, a pesar de
nuestros esfuerzos, las aceptamos como justa expiación de las faltas que
hayamos podido cometer en esta vida o en una vida precedente, porque vos sois
justo; sabemos que no hay penas inmerecidas, y que jamás castigáis sin causa.
Preservadnos,
Dios mio, de concebir la envidia contra los que poseen lo que nosotros no
tenemos, ni contra aquellos que tienen lo superfluo cuando a nosotros nos hace
falta lo necesario. Perdonadles si olvidan la ley de caridad y de amor al
prójimo que les habéis enseñado. (Cap. XVI, núm. 8).
Separad también
de nuestro espíritu el pensamiento de negar vuestra justicia, viendo prosperar
al malo, y al hombre de bien sumergido algunas veces en la desgracia. Gracias a
las nuevas luces que habéis tenido a bien darnos, sabemos ahora que vuestra
justicia se cumple siempre y no hace falta a nadie; que la prosperidad material
del malo es efímera, como su existencia corporal, y que sufrirá terribles
contratiempos, mientras que la alegría reservada al que sufre con resignación
será eterna. (Cap. V, núms. 7, 9, 12 y 18).
EL EVANGELIO
SEGÚN EL ESPIRITISMO – Allan Kardec.
Give us this day our daily bread!
Give us the necessary food for the maintenance of our
physical strength and give us also spiritual nourishment for the development of
our spirits.
The animals find their pastures, but Man depends on
his own activity and his mental resources to produce his food because You gave
him freedom.
You have said: "You will earn your bread by the
sweat of your brow," and with these words You made work an obligation,
which makes us exercise our intelligence in the search for the means to provide
our necessities and to attend to our well-being: some by their material work,
others by their intellectual work. Without work, Man would remain stationary
and could not aspire to the happiness of the Superior Spirits.
Please help those of goodwill, who depend on You for
what is necessary, but not those who take pleasure in being lazy and like to
receive all things without any effort, nor those who seek superfluity (See
chapter 25).
How many succumb throught their own fault, through
negligence, through being improvident, through ambition, or through not being
content with what You had given them! These are the authors of their own
misfortunes and do not have the right to complain, since they are punished
according to the manner in which they sinned. But You will not abandon even these
because You are infinitely merciful and will extend a providential hand to
them, if they return to You with sincerity, like the prodigal son (See chapter
5, item 4).
Before lamenting our bad luck, help us ask ourselves
if it is not our own work; at each misfortune which befalls us, help us to
verify if we could have avoided it; help us repeat to ourselves that God has
given us intelligence so as to be able to get ourselves out of any slough and
that it depends on us to put this intelligence to good use.
Seeing that Man is subject to the law of labour here
on Earth, give us the courage and the strength to fulfill this law, Give us
also prudence and moderation so that we may not lose its fruits.
Give us then, Lord, our daily bread, or rather the
means of acquiring our necessities through work, because no one has the right
to ask for superfluity.
If we are unable to work, help us have confidence in
Your divine providence.
If it is within Your design to test us with great
privation, despite our efforts, we accept this as a just expiation for the
faults which we have committed in this life or in a previous one, because we
know that You are just, and that there are no undeserved penalties since You
never punish without cause.
Lord, preserve us from envying those who have what we
have not, or of those who have superfluous things at their disposal, when we
are wanting in what is necessary. Forgive them, Lord, if they forget the law of
charity and of love towards one's neighbour, which You have taught (See chapter
16, item 8).
Withdraw also from our spirit the idea of denying the
existence of Your justice when we see evil prosper, and the unhappiness which
sometimes falls upon the godly man. Thanks to the new enlightenment which You
have given us, we know that Your justice never fails and does not make any
exceptions; the material prosperity of one who is evil is as fragile as his
bodily existence and he will experience terrible reverses; whereas life will be
eternal bliss for those who suffer with resignation (See chapter 5, items 7,
9,12 & 18).
THE GOSPEL ACCORDING TO SPIRITISM – Allan Kardec.
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