"Perdónanos nuestras deudas, así
como nosotros perdonamos a nuestros deudores. - Perdónanos nuestras ofensas,
así como nosotros perdonamos a los que nos han ofendido".
Cada una de
nuestras infracciones a vuestras leyes, Señor, es una ofensa hacia vos, y una
deuda contraída que tarde o temprano tendrá que pagarse. Solicitamos la
remisión de ellas de vuestra infinita misericordia, y os prometemos hacer los
debidos esfuerzos para no contraer nuevas deudas.
Vos habéis hecho
una ley expresa de la caridad; pero la caridad no consiste sólo en asistir a su
semejante en la necesidad: consiste también en el olvido y en el perdón de las
ofensas. ¿Con qué derecho reclamaríamos vuestra indulgencia, si nosotros mismos
faltásemos a ella con respecto a aquellos contra quienes tenemos motivos de
quejas?
¡Dadnos! ¡Dios
mío! la fuerza para ahogar en nuestra alma todo sentimiento, todo odio y
rencor; "haced que la muerte no nos sorprenda con un deseo de venganza en
el corazón". Si hoy mismo os place el quitarnos la vida, haced que podamos
presentarnos a vos puros de toda animosidad, a ejemplo de Cristo, cuyas últimas
palabras fueron de clemencia para sus verdugos. (Cap. X).
Las
persecuciones que nos hacen sufrir los malos, son parte de nuestras pruebas y
debemos aceptarlas sin murmurar, como todas las otras pruebas, y no maldecir a
aquéllos que con sus maldades nos facilitan la senda de la felicidad eterna,
pues vos nos habéis dicho por boca de Jesús: "¡Felices los que sufren por
la justicia!". Bendigamos, pues, la mano que nos hiere y nos humilla,
porque las heridas del cuerpo nos fortifican nuestra alma y seremos levantados
de nuestra humildad. (Cap. XII, núm. 4).
Bendito sea
vuestro nombre, Señor, por habernos enseñado que nuestra suerte no está
irrevocablemente fijada después de la muerte, y que encontraremos en otras
existencias los medios de rescatar y de reparar nuestras faltas pasadas,
cumpliendo en una nueva lo que no podemos hacer en ésta para nuestro adelantamiento.
(Cap. IV y V, núm. 5).
Con esto se
explican, en fin, todas las anomalías aparentes de la vida, pues es la luz
derramada sobre nuestro pasado y nuestro porvenir, la señal resplandeciente de
vuestra soberana justicia y de vuestra bondad infinita.
EL EVANGELIO
SEGÚN EL ESPIRITISMO – Allan Kardec.
Forgive us our trespasses, as we forgive them that
trespass against us!
Lord, each one of our infractions against Your laws is
an offence we commit against You, a debt contracted, which sooner or later will
have to be paid. We implore that You forgive us through Your infinite mercy,
subject to the promise we make to employ all our strength in not contracting
others.
You made charity an express law for everyone; but
charity does not only consist of helping our fellow beings in all their needs,
but also in the forgetfulness and the forgiving of offences. With what right do
we demand your indulgence, if we lack charity towards those who have given us
motive for complaint?
Dear Lord, give us the strength to stifle within
ourselves all resentment, hate and rancour. Do not let death surprise us with a
desire for vengeance in our hearts. If You approve of our being taken from this
world today, help us to be able to present ourself to You completely cleansed
of animosity, just like Christ, Whose last words were in favour of His tormentors
(See chapter 10).
The persecutions which those who are evil inflict upon
us constitute part of our earthly tests; we should accept them without
complaint, as we should accept all other tests, without cursing those who by
their wrongdoing, open up a pathway for us to eternal happiness seeing that You
said, through the intermediary of Jesus: "Blessed be those who suffer for
the sake of justice!" Consequently, blessed be the hand that injures and
humiliates us, as the mortifications of the body strengthen our soul, and we
shall then be raised up from our humiliations (See chapter 12, item 4).
Blessed be Your name Lord, because You have taught us
that our destiny is not irrevocably fixed after death; we will find in yet
other existences, the means by which we may make atonement and repay all our
past debts, and be able to realise in a new life, all those things to help our
progress that we were unable to do in this one (See chapter 4; chapter 5, item
5).
In this manner all the apparent irregularities of life
are finally explained. The light is cast over our past and our future, as a brilliant
sign of Your supreme justice and of Your infinite goodness.
THE GOSPEL ACCORDING TO SPIRITISM – Allan Kardec.
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